Los estragos del frío

El frío siempre se relaciona con la tranquilidad, el hielo, un tenue soplido de una gélida brisa o los eternos paisajes congelados. Sin duda han sido muchos los artistas cautivados por esas sensaciones que el frío produce y la madre naturaleza es la mejor de las musas.

El permafrost:

Es por pocos conocido a pesar de suponer una de las grandes superficies del planeta. Llamada de muchas formas, el permafrost está siendo intensamente estudiado por suponer su deshielo la mayor de las amenazas con motivo del calentamiento global. En las áreas de frío intenso próximos a los polos se extienden las enormes planicies de suelo congelado que almacenan no solo el agua en forma de hielo si no también una gran cantidad de gases procedentes de la descomposición de grandes cantidades de materia orgánica originadas en otras eras. El frío es tan intenso que penetra en la profundidad del propio suelo fusionándose con los estratos y almacenando riquezas y amenazas.

Los tornados de hielo o dedos de la muerte:

Las estalactitas de hielo son en realidad columnas de agua realmente fría y poco salada que por su densidad desciende rápidamente hacia el lecho marino. No es un fenómeno muy común ya que se produce bajo una serie de características muy precisas de salinidad y temperatura, sin olvidar que requiere de que el agua circundante esté en completa calma. Se desarrolla a una gran velocidad y además se mueven o mejor dicho, se desplazan al ritmo de la placa de hielo que flota en la superficie ya que su base parte de ésta. Una vez llega a alcanzar el suelo el agua fría sigue discurriendo como un río por el lecho y no se mezcla debido a la diferencia de densidad, atrapando a su paso a todos los seres vivos que atraídos por las bajas temperaturas en su búsqueda continua de alimento quedan atrapados.

Los glaciares:

Los glaciares son agentes erosivos de gran importancia que, en el pasado, modelaron una buena parte de los paisajes que ahora conocemos en latitudes medias y altas de todo el planeta.

Las enormes masas de hielo desplazándose lentamente por efecto de la gravedad llevan a término una tarea de desgaste implacable sobre los terrenos en que se deslizan, que bien se puede observar fácilmente en aquellas regiones donde los glaciares han desaparecido. El hielo es capaz de cortar o arrancar enormes rocas que otros agentes erosivos no podrían.

A pesar de su lento movimiento poseen un volumen monumental de energía capaz de moldear a las montañas que lo refugian.

Heladas negras:

El agua en el estado sólido acompaña en la mayoría de veces al frío, pero las bajas temperaturas con la ausencia de agua o humedad es incluso más dañina. Las Híadas heladas negras son el terror de los agricultores, porque no hay cultivo que la sobreviva, incluso los más resistentes. La temida helada negra, también conocida como dura o de advección, es un fenómeno meteorológico que se produce en condiciones de humedad y temperatura ambientales muy bajas.

En estas circunstancias, no se forma escarcha -rocío congelado- en la superficie del vegetal, que hace las veces de anticongelante, sino que el frío intenso y persistente ataca directamente a las estructuras internas. A nivel celular, aparecen cristales en forma de cuchillas que desgarran la maquinaria interna de las células, y las membranas internas se desecan a causa del mismo proceso de congelación. El resultado es la necrosis de los tejidos dañados, que se ennegrecen de golpe como consecuencia de la podredumbre. Si los daños afectan a partes vitales, como el tronco y las hojas, la planta muere.