La actualidad científica tiene nombre Alicantino
Hace unos meses nos despertábamos con una noticia la cual decía que las especialistas en bioquímica y genómica, Jennifer Doudna (estadounidense) y Emmanuelle Charpentier (francesa) se habían alzado con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Pronto la comunidad científica se dio cuenta que, el origen de su logro, que sirve para editar el genoma y que promete ser tremendamente útil para múltiples enfermedades, está en Alicante y se llama Francisco Juan Martínez Mójica.
Fue este investigador y profesor de la Universidad de Alicante el primero en fijarse en unos fragmentos genéticos presentes en las bacterias y a los que nadie había prestado atención desde que en 1987 se descubrieron en Escherichia coli. «En 1993 vi además que estaban presentes en las arqueas de salinas y también en bacterias de todo tipo de ambientes. Pregunté en muchos congresos y nadie me sabía decir. Cuando se empezaron a secuenciar genomas de bacterias, seguí investigando y vi que estaban ahí. Y era raro porque una bacteria no mantiene algo que no sea relevante, señala Francisco.
La publicación de posteriores artículos mostrando que esas secuencias o fragmentos eran utilizados como sistema inmune, no fueron suficientes para convencer a los responsables del Ministerio de Educación y Ciencia para financiar proyectos y seguir investigando. Aún así Francisco Juan Martínez Mójica no se dio por vencido y los frutos pueden traducirse en los cientos de estudios que se han publicado desde 2005. Entre ellos destaca el de Doudna y Charpentier en 2012, en el que mostraron la obtención de un método artificial que imita el mecanismo bacteriano.
Desarrollaron una herramienta capaz de seleccionar una parte del ADN, fijarse a él como si fuera un imán, cortarlo y reemplazarlo, con la ayuda del propio sistema de reparación celular. El método, que mantuvo el nombre con el que bautizó Martínez Mójica a la función bacteriana, CRISPR (siglas de Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, cuya traducción no aclara gran cosa: cortas repeticiones palindrómicas agrupadas y espaciadas regularmente), es tan prometedor que se disputan su patente por millones de dólares. El paso que dieron Doudna y Charpentier ha permitido que cientos de laboratorios se interesen por la técnica CRISPR-Cas9 debido a sus múltiples aplicaciones. Su trabajo, explica Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), ha puesto en manos de la ciencia una herramienta que permite, de una forma versátil, sencilla y barata, “modificar los genes a voluntad, con una precisión que desconocíamos”. Es ahora cuando la comunidad científica postula para el Nobel a Francisco Mójica y a su Sistema CRISPR. La revista Science ha publicado un artículo en el que considera al Sistema CRISPR, descubierto por el microbiólogo de la Universidad de Alicante, como el Avance Científico de 2015.
Resumiendo y simplificando, este sistema podríamos decir que se basa en una combinación de proteína y ARN, un mecanismo natural genético para luchar contra los virus invasores, “cortándolos en pedazos”. Estos trozos o secuencias se integran en el genoma de las bacterias, que así recuerdan pasadas infecciones y utilizan esta herramienta genética para resistirlas en el futuro. Científicos de todo el mundo, han avalado el descubrimiento básico realizado por el investigador, sin el cual habría sido imposible el avance en las aplicaciones posteriores.
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