El virus de la Rabia
Últimamente «está de moda» la enfermedad conocida como rabia. Estamos viéndola continuamente en películas y series televisivas. Tal vez se deba a que sus síntomas nos resultan muy llamativos. Pero, ¿realmente sabemos qué la causa y cuáles son sus síntomas más característicos?
Según la OMS la rabia es una zoonosis (enfermedad transmitida al ser humano por los animales) causada por un virus que afecta a animales domésticos y salvajes, y se propaga a las personas a través del contacto con la saliva infectada a través de mordeduras o arañazos.
La rabia está presente en todos los continentes, excepto en la Antártida, pero más del 95% de las muertes humanas se registran en Asia y África. Una vez que aparecen los síntomas, la enfermedad es casi siempre mortal.
El periodo de incubación de la rabia suele ser de 1 a 3 meses, pero puede oscilar entre menos de una semana y más de un año. Las primeras manifestaciones son la fiebre, que a menudo se acompaña de dolor o parestesias (sensación inusual o inexplicada de hormigueo, picor o quemazón) en el lugar de la herida.
La enfermedad puede adoptar dos formas. En la primera, la rabia furiosa, con signos de hiperactividad, excitación, hidrofobia y, a veces, aerofobia, la muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio.
La otra forma, la rabia paralítica, representa aproximadamente un 30% de los casos humanos y tiene un curso menos dramático y generalmente más prolongado que la forma furiosa. Los músculos se van paralizando gradualmente, empezando por los más cercanos a la mordedura o arañazo. El paciente va entrando en coma lentamente, y acaba por fallecer.
El tratamiento en sí de la rabia consiste en su prevención mediante una vacuna, que se debe administrar cuando hay riesgo de contraer la infección a través de heridas. La vacuna activa al sistema inmune para que identifique y elimine el virus de la rabia de nuestro cuerpo. La pauta de la vacuna es de cinco dosis repartidas en un mes; se debe comenzar el tratamiento en el mismo momento que se limpia la herida, pero la profilaxis también es efectiva si se comienza hasta 14 días después.
Si la herida es muy profunda y se ha sangrado bastante es recomendable añadir a la vacuna una inmunoglobulina, es decir, anticuerpos que atacan directamente al virus sin tener que esperar a que se active el sistema inmune. En este caso también hay que tener en cuenta que la herida puede estar infectada por tétanos y otras bacterias, que obliguen a administrar tratamiento antibiótico y profilaxis tetánica.