Celos, ¿Enfermedad o mucho amor?
Frases como “sé que ha leído el mensaje y no me ha contestado”, “está en línea y no me dice nada”, etc. Son cada vez, y por desgracia, más habituales en nuestra labia. Pero a esto que llamamos celos… ¿podríamos decir que realmente es una enfermedad o es dado porque se ama con intensidad al otro ser?
Los celos son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Comúnmente se denomina así a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada preste atención en favor de otra. También se conoce así al sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona.
El haber tenido un sentimiento celoso en algún momento de nuestra vida es, por tanto, normal. El problema surge cuando los celos son muy frecuentes, intensos, exagerados y aparecen constantemente sin ningún motivo aparente, pudiendo llegar a ser patológicos. En este caso, los celos provocan un sufrimiento intenso en quien los sufre y también en su pareja, dado que los continuos reproches, discusiones y exigencias terminarán debilitando la relación. Como dice Michel de Montaigne, “los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio”.
Los celos parecen estar presentes en todas las personas, indistintamente de su condición socio-económica o forma de crianza y manifestarse en personalidades que aparentemente parecían seguras de sí mismas. Una característica que parece destacarse en las personas celosas es tener rasgos de egoísmo. Los celos también tienen relación con la vergüenza, que es una respuesta natural del organismo. Muchas de ellas, una vez que los padecen se sorprenden de sí mismas ya que ni siquiera sospechaban que los padecieran. Los celos pueden ser sanos cuando lo que se demanda es algo que se debe hacer sobre una base de equidad en la pareja; sin embargo acudir a este tipo de conducta refleja carencias personales profundas.
Frecuentemente cuando hablamos de personas celosas nos encontramos un perfil definido por la pasión, la ansiedad, el neuroticismo e incluso algo de sadomasoquismo. Estas personas tienen un profundo sentimiento de abandono, que la otra persona se ha reído de ellos y sus sentimientos, que los han utilizado. Todo esto les puede llevar del amor al odio en cuestión de segundos y el objeto de su amor pasa a ser el objeto de su actual odio. Cuando se llega a esta situación es cuando se pueden producir las agresiones físicas y psicológicas.
Los celos mal llevados al extremo constituyen una patología fuertemente autodestructiva, generalmente denominada celotipia; quien padece esta enfermedad «vive» en un estado de infelicidad, en función de sus miedos y sospechas de engaño, muchas veces completamente infundados y prácticamente no acepta otra condición de verdad que no sean las evidencias que confirman su inseguridad en la relación. Los celos patológicos pueden manifestarse indistintamente en hombres o mujeres.
Los celos se manifiestan ante la aparición de una situación o persona que el yo interno clasifica como mucho más dominante y competitiva. Los celos provocan que el sujeto que los padece, se sienta vulnerado y ejerza un predominio de la persona objeto del celo, atrapándola en una red de circunstancias opresivas tales como privarla de la libertad, aislarla, seguirla al trabajo, revisar sus relaciones externas, buscar una evidencia de traición etc.
Los celos son muy difíciles de curar y las personas que lo padecen tienen grandes posibilidades de llegar a situaciones extremas si no se someten a un especialista.
Existen países como España que han tomado medidas en el asunto debido a la gran cantidad de casos de violencia doméstica causada por los celos. La cura está basada en la recuperación de la confianza en la relación de pareja y de la seguridad de sí mismo reconociendo el espacio vital que toda pareja debe tener y que no debe ser invadido por el otro.
Sentir celos nos puede llevar a recapacitar sobre lo importante que es para nosotros nuestra relación de pareja y recordarnos que debemos cuidarla. O, de manera recíproca, ver a nuestra pareja celosa nos puede hacer sentir queridos, importantes y necesitados. Hay incluso quien piensa que la ausencia absoluta de celos puede ser un indicativo de una falta de interés en la pareja. “Y mi ardiente pasión murió de frío, que así muere el amor cuando no hay celos”. Antonio García Gutiérrez.
Las nuevas tecnologías se han convertido en un aliado para controlar a nuestras parejas. Los smartphones nos permiten controlar la ubicación de nuestra pareja, el doble check del whatsapp saber si ha leído los mensajes que le hemos mandado y su perfil de Facebook ver cuáles son sus amigos, saber quién le pone comentarios en su muro o da “me gusta” a sus fotografías.
A este respecto y por desgracia, los especialistas alertan de que los comportamientos celosos, el sentimiento de posesión de la pareja y las actitudes violentas han aumentado entre los jóvenes.
La clave del cambio de tendencia es la educación. Es necesario erradicar las conductas posesivas, imprimiendo valores de igualdad en la educación sexual.
El concepto de “amor como sacrificio” es totalmente insano y produce desequilibrios entre el “dar” y el “recibir”, de modo que tiene que haber libertad, respeto, confianza e independencia para que se trate de amor y no de posesión.
“Amar a una persona es amar su libertad, su felicidad y su intimidad. Obsesión es querer controlar cada segundo que respira”
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