El caballo Islandés

El caballo islandés posee un origen incierto, aunque se apunta a la teoría de que fueron los vikingos desde Escandinavia y Europa, hacia el siglo IX los que los introdujeron.

En la actualidad, el gobierno islandés no permite la entrada de caballos al país, para preservar la pureza de la raza. Si un caballo tiene que salir a competir o por otros motivos al extranjero, no puede volver a entrar en el país. Sus singulares aptitudes son que, además de los tres pasos típicos (paso, trote y galope), puede realizar dos más. El Tölt o Rack, y el Flugskeið o Flying Pace (Paso Volador). Este último resulta ser el más sorprendente  ya que es un trote muy rápido en el que el caballo mueve las dos patas de cada lado al mismo tiempo.

Se trata de un caballo independiente, que se orienta fácilmente, pero al mismo tiempo es un animal dócil y amable. Debido a la ausencia de predadores, ha hecho al caballo islandés un producto de exportación y uno de los atractivos turísticos de la isla. Se contenta con poca comida y no necesita cuidados ni delicadezas, aunque aprecie el cariño. Y por encima de todo se ha mostrado muy resistente a las enfermedades e incluso a los problemas derivados de la consanguinidad. La esperanza de vida se sitúa entre los 35 y 40 años, una de las más altas para un caballo, e incluso, algunos especímenes llegan a los 55 años.

 

Hoy en día el censo de caballos en Islandia se eleva a unos 80.000 y se pueden ver pastando libremente a lo largo de toda la geografía islandesa.
La gente les adora por su personalidad y por sus cualidades tan excepcionales.

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