El mundo de los olores

 Podemos llamarlos olores, pero algunos se refieren a ellos como aromas, otros suelen denominarlos fragancias, y quizá con más elegancia se les conoce como perfumes… Independientemente del término que se utilice, los olores son hoy en día uno de los motivos de fascinación para la especie humana; suelen estar ligados a sensaciones, emociones y experiencias cotidianas. Incluso los animales y plantas utilizan olores para comunicarse entre sí, para marcar dominios o territorios, para enviar mensajes de cortejo o para establecer interacciones de atracción, repulsión o alarma, por mencionar algunas de las múltiples funciones que desempeñan las sustancias olorosas dentro del ambiente biológico.

El sentido del olfato es una de las ventanas más sofisticadas a través de la cual un individuo capta información del ambiente externo y por la cual los seres vivos de cualquier especie son capaces de modificar su comportamiento y establecer su gusto por determinados ambientes y alimentos.

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En el caso de los humanos, el aparato olfativo tiene varias diferencias respecto del que poseen animales e insectos; incluso se puede decir que nuestro sentido del olfato es extremadamente rudimentario comparado con el de otras especies. Probablemente esta curiosa diferencia se deba a que la especie humana ha alcanzado a lo largo de su evolución un desarrollo más acentuado de los demás sentidos y también de otras aptitudes, relegando en cierta forma la capacidad olfativa, dando por hecho que nosotros tenemos otras forma de comunicación distintas a las de un sendero aromático.

Paradójicamente, el sentido del olfato de todos los mamíferos conserva ciertas similitudes en la cavidad nasal, tales como su localización y asociación con las vías respiratorias superiores, puesto que los compuestos olorosos se hallan dispersos en el aire, y es así como logran llegar a la nariz para alcanzar las células olfatorias y estimularlas.

¿Qué es el olor y de qué forma lo percibimos?

Según la química es una noción de estímulo y percepción producida en el olfato por la interacción de una sustancia orgánica con los receptores olfativos de los individuos. Las moléculas olorosas deben poseer  un peso molecular bajo, aunque se ha generado cierta controversia en este punto puesto que hay moléculas, tales como los esteroides, que poseen olor aun siendo de gran tamaño.

La percepción del olfato involucra tres aspectos: la intensidad, la descripción cualitativa y la apreciación del aroma. La relación entre la concentración de un olor y la intensidad percibida es bien conocida y sigue una distribución logarítmica común, al igual que la de otros sistemas sensoriales. Cuando la descripción cualitativa se compara con la intensidad, se presenta una controversia; se cree que los humanos tienen la capacidad de diferenciar hasta 10.000 olores diferentes, pero la mayoría de nosotros solamente estamos expuestos a  una fracción de ellos a lo largo de la vida, por lo que a menudo la descripción de un olor varía de persona a persona. Se conocen miles de olores; sin embargo, la apreciación de un aroma es subjetiva, ya que se ve influenciada por aspectos culturales o emocionales particulares, es decir, de cada sujeto.

El olor y las emociones

Se ha descubierto que tanto las emociones, como los recuerdos, se pueden despertar o matizar gracias a algún olor. Preferimos los aromas que nos evocan las experiencias más profundas de la vida. El tipo de recuerdo que traen a nuestra memoria no es exactamente de un episodio en concreto, sino  el de una emoción, el de una sensación.

Algunos pueden evocar sentimientos de bienestar al oler un jazminero, porque recuerdan sensaciones de su infancia jugando alrededor de uno, mientras a otros les puede despertar tristeza y pesar porque quizás con ello recuerdan a una madre que ya no está.

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El olfato también parece jugar un papel determinante en la elección de la pareja. Se ha comprobado que influye de manera determinante en el amor y el sexo. El olfato activa o desactiva la libido en los seres humanos y en personas que sufren trastornos mentales existe una mayor activación de los síntomas, en función de los olores.

Pero como siempre nos gusta quedarnos con la visión del vaso medio lleno, todos tenemos nuestra propia biografía encriptada en el olfato. Es una maravillosa tarea hacer conscientes esos aromas que nos recuerdan momentos felices y que bien pueden convertirse en un soporte, cuando  necesitamos llamar la alegría a nuestras vidas.

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