El Kilimanjaro
El Kilimanjaro no es en realidad un monte, más bien se trata del resultado de tres volcanes enlazados según un eje esteoeste y de 80 kilómetros de longitud. El más antiguo de ellos, el llamado Shira, se ha reducido a un pliegue escasamente discernible en el extremo occidental del grupo de montañas. Le sigue el Mawenzi que se eleva 5.354 metros sobre el nivel del mar, en el extremo oriental del macizo y no tiene la forma tradicional de los volcanes, sino que se encuentra rodeado por gigantescos acantilados negros.
El Kibo, situado en el centro del macizo, es el más joven y más elevado pico del Kilimanjaro, alcanzando la altura de 5.895 metros. Aunque nunca ha entrado en erupción, los agujeros dentro del cráter, que despiden humo y gases calientes, indican que todavía hay actividad en su interior.
Los granjeros de las laderas meridionales pertenecen a varios grupos tribales, pero en su mayoría son chagas, miembros de una de las tribus de más elevado nivel de vida. Los chagas, que emigraron a la falda de la montaña hace varios siglos, se encuentran hoy sólidamente enraizados en el lugar. Ellos creen que Ruwa, el dios del Kilimanjaro, el cual les habla a través de las fuentes que brotan en las laderas de la montaña y les proporciona agua para los campos.
En esta misma región viven los masai, los cuales eran temidos por las tribus sedentarias y agrícolas. Con el tiempo fueron expulsados de muchas tierras y empujados hacia las zonas esteparias de la frontera de Kenia. Son un pueblo típicamente ganadero y se asientan en sus poblados donde hay un recinto central llamado kraal, destinado exclusivamente a albergar los animales, y rodeado por sus cabañas.