Los secretos del Mississippi

El río Mississippi es muy importante para los Estados Unidos, es el segundo río más largo del país, sólo superado por el río Missouri. El río Missouri es un afluente de la cuenca del Mississippi y en conjunto constituyen el más grande de toda América del Norte. El nombre proviene de Missisipi advém de ojibwe misi-ziibi, que significa “gran río”. El río Mississippi tiene la tercera cuenca más grande del mundo solamente superada en tamaño por las cuencas del Amazonas y del Congo.

La corriente central del Mississippi descendiendo de norte a sur, desde su nacimiento en el lago Itasca (a 450 msnm), en las inmediaciones de la actual frontera entre los Estados Unidos y Canadá, viaja a través de los estados de Minnesota, Wisconsin, Iowa, Illinois, Missouri, Kentucky, Arkansas, Tennessee, Misisipi y Louisiana, hasta su desembocadura en el golfo de México, en las cercanías de Nueva Orleans, Louisiana. Esta imagen ilustra cómo la línea casi recta que representa el curso del Mississippi divide en dos porciones desiguales el territorio estadounidense. De un lado del río, queda aproximadamente un tercio, y del otro, los dos tercios restantes. Si a ese mapa le agregáramos detalles orográficos, veríamos que las dos más grandes cadenas montañosas de ese país no impiden el curso del río. Al contrario, tanto de los montes Allegheny y los Apalaches al este, como de la inmensa cordillera de las Rocallosas al oeste, los parteaguas que se vierten al interior descargan hacia la cuenca central formada por el Mississippi.

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El curso superior del río Mississippi abarca casi la mitad de los 4 mil y pico de kilómetros que se le adjudican como un total. Pero en su curso medio, este río recibe primero, desde el oeste, el caudal del río Missouri y sus afluentes, y poco más abajo, desde el este, el caudal del río Ohio y los suyos. Estas confluencias no cambian seriamente la decidida dirección del cauce principal hacia el sur, hacia el golfo de México; más bien, con esas aportaciones, el Mississippi se convierte en una encrucijada fluvial que conecta Norteamérica a través de un eje longitudinal, el Mississippi, y un eje transversal, formado por el Missouri y el Ohio.

La inmensidad de ese sistema fluvial plantea un problema a nuestro relato sobre la historia de su exploración. Si en el párrafo anterior ya mencionamos tres de los ríos que lo integran y hay otros más, de cuál de ellos vamos a tratar aquí. ¿Del tramo del río que el español Hernando de Soto cruzó un par de veces, cada una en dirección inversa, antes de que sus aguas le sirvieran de sepulcro? ¿De aquel en el que el francés Cavelier de La Salle imaginó los inicios de Nueva Orleans, el cosmopolita puerto en su desembocadura? ¿Del río del este a partir del que Daniel Boone, súbdito británico, inició la avanzada anglosajona hacia el interior de Norteamérica? ¿Del que fue línea fronteriza entre los Estados Unidos y el imperio español en el siglo XVIII? ¿Del río que exploraron los estadounidenses Lewis y Clark como preludio de la conquista por su país del oeste norteamericano? La respuesta a este dilema ya está esbozada en el párrafo anterior, pero mejor hagámosla más explícita: aquí se trata de entender al Mississippi no como un solo río con varios grandes tributarios, sino como un sistema fluvial que interconecta amplias zonas de Norteamérica de norte a sur y de este a oeste, o viceversa.

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