Frío y enfermedades reumáticas

Cuántas veces hemos escuchado a los ancianos decir  “ este dolor de rodillas me dice que se avecina mal tiempo!”. Parece que tengan incorporado un detector de lluvias y humedad en los huesos, pero ¿es cierto que existe alguna relación directa?

Según los expertos las condiciones meteorológicas del otoño, y en concreto la bajada de temperaturas y el incremento de la humedad, se traduce muchas veces en una agudización de los síntomas dolorosos de algunas de las enfermedades reumáticas. No obstante, cabe destacar que la climatología parece únicamente afectar a los síntomas pero no a la gravedad o evolución de estas enfermedades.

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Pero los estudios van más allá e indican que  estos dolores parecen estar relacionados con un desorden del equilibrio magnético intra-articular, inducido por el descenso de la presión atmosférica. En las articulaciones sanas existe un delicado equilibrio articular entre las cargas magnéticas negativas, que tienen un efecto nocivo, y las positivas, que tienen un efecto protector, equilibrio que se pierde cuando la articulación enferma. Estas cargas iónicas están presentes también en la atmósfera viajando a la velocidad de la luz, por lo que preceden en un plazo de 24 a 72 horas a la llegada del frente atmosférico. Este empeoramiento del desorden magnético inducido por la borrasca estimula los llamados receptores nociceptivos articulares y produce un aumento del dolor articular habitual, que el paciente percibe unos días antes de la llegada de la borrasca.

Por tanto podemos deducir que no es el tiempo  el que agrava el proceso de fondo, sino que el paciente lo vive con más sufrimiento porque le duele más. El problema suele superarse generalmente haciendo reajustes del tratamiento farmacológico y/o fisioterápico, recomendando la aplicación de calor y ejercicios articulares específicos. Como en todo, la actividad física es vital ya que con ello conseguimos  mantener la flexibilidad de sus articulaciones, fortalecer los músculos que rodean las articulaciones para, de esta manera, incrementar su resistencia, retrasar el deterioro del tejido óseo y cartilaginoso e incrementar la fortaleza de los huesos.