Paleoclimatología, la ciencia para descifrar el pasado

Cómo pequeñas bandas de jinetes mongoles nómadas lograron formar un ejército tan potente como para conquistar una parte notable del mundo en el plazo de unas décadas, hace 800 años, se ha convertido en uno de los misterios de la historia más difíciles de explicar. La figura de Genghis Khan, al que bastantes estudiosos consideran el más importante conquistador de todos los tiempos, por encima incluso de Alejandro Magno, influyó en ese éxito militar. Pero el carisma, el coraje y la inteligente estrategia militar de este líder no bastan para explicar el auge de su imperio.

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A finales del siglo XII, las tribus mongolas estaban sumidas en guerras internas y el caos, pero esto terminó con la súbita ascensión de Genghis Khan  a principios del siglo XIII. En apenas unos años, unió a las tribus en un eficiente estado militar de jinetes que invadieron rápidamente a sus vecinos y se expandieron en todas direcciones. Genghis Khan murió en 1227, pero sus hijos y nietos continuaron conquistando territorios y pronto gobernaron en la mayor parte de lo que se convertiría en las modernas Corea, China, Rusia, Europa oriental, sudeste de Asia, Persia, India y Oriente medio. El imperio acabó fragmentándose, pero el vasto alcance geográfico de los mongoles y sus ideas (un sistema postal internacional, investigaciones agrícolas organizadas y un servicio civil basado en la meritocracia, entre otras cosas) dieron forma a fronteras nacionales, lenguas, culturas e incluso acervos genéticos humanos en formas que aún resuenan en la actualidad. Los últimos descendientes gobernantes de Genghis Khan controlaron partes de Asia Central hasta los años 20 del pasado siglo.

El equipo de Amy Hessl, de la Universidad de Virginia Occidental en la ciudad estadounidense de Morgantown, y Neil Pederson, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, adscrito a la Universidad de Columbia, en la ciudad estadounidense de Nueva York, ha estudiado los anillos de crecimiento anual de árboles muy antiguos en el montañoso sector central de Mongolia. Los árboles más antiguos son testigos privilegiados de acontecimientos del pasado lejano que ellos vivieron, y por eso a menudo se emplea sus anillos de crecimiento anual a modo de notarios fidedignos del ayer.

Imperio-Mongol

El análisis de los datos extraídos de esos anillos de crecimiento en el centro de Mongolia ha arrojado resultados que apuntan a una explicación para ese enigma histórico del ascenso del imperio de Genghis Khan.

Todo señala a que el éxito del imperio, que llegó a ser el territorio contiguo más grande en la historia humana, fue impulsado por una secuencia temporal de años con un clima excelente.

Los anillos muestran que, justo cuando se levantó el imperio, las estepas áridas, normalmente frías, de Asia Central, estaban experimentando la meteorología más húmeda y suave en más de un milenio. Bajo esas condiciones tan favorables, el crecimiento de pastos tuvo que experimentar un aumento colosal, lo que a su vez permitió multiplicar sin esfuerzo la cifra de caballos utilizables para las tropas, así como de ganado para abastecer a la población. Bien alimentados de carne, abastecidos de cuantiosos caballos para las tropas (cada guerrero mongol tenía cinco o más caballos), y sin necesidad de esforzarse para obtener comida, los mongoles se volvieron mucho más poderosos que la población de las regiones de su entorno.

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Sumando a esto la gran destreza de los mongoles como jinetes, su rápida adaptación a las tecnologías de las poblaciones urbanas, y su hábil gestión militar y política, el resultado fue una espectacular sucesión de victorias para Genghis Khan y sus seguidores y sucesores.

Dicho esto quería traeros un relato muy antiguo y de autor desconocido, que cuenta la historia de un pueblo situado en el cauce de un poderoso río. Este pueblo fue admirado y temido a su vez por todos sus vecinos, ya que en él se curtían los más valientes, fuertes y ágiles guerreros, se fabricaban las mejores armas para la guerra, se construían los edificios más altos y esplendorosos de todo el reino y todo el mundo presumía de vivir allí. Tan importantes se sentían sus ciudadanos que decidieron conquistar y esclavizar a todos sus vecinos. Tras unos años de copiosas nevadas en el invierno, el agua del deshielo hizo cambiar el curso del río. El relato cuenta como las aguas cubrieron las tierras de cultivo del pueblo rival, haciendo aumentar las cosechas. Dada la abundancia ambos pueblos se levantaron en armas y con los años tras una eterna guerra ambos pueblos estaban prácticamente destruidos. Al recibir las noticias de dicho conflicto el emperador acudió para reunirse con ambos dirigentes. Ambos reclamaban la soberanía y derecho sobre el otro, a lo que el emperador decidió conceder el título de gobernador, pero por sorpresa de ambos a ninguno de ellos, sino al propio río. El emperador les dijo que no les podía conceder ninguna soberanía, ya que allí quién en realidad decidía sobre todas las cosas era el río.

Valle

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