Todo está conectado: nuestra biología, nuestra alimentación y nuestro ambiente.

Los omega-3 y omega-6 presentes en nuestro organismo compiten de manera incesante por hacerse con el control de nuestra biología. Los primeros tienen que ver con el desarrollo de sistema nervioso, hacen que las membranas sean más flexibles y reducen la inflamación, mientras que los segundos participan en el almacenamiento de grasa, favorecen la rigidez celular así como la coagulación y la inflamación como respuesta a agresiones del exterior. Como se puede apreciar, nuestro equilibrio fisiológico depende mucho del equilibrio existente entre los omega 3 y 6, y por tanto de nuestra alimentación.

Actualmente este equilibrio es lo que más ha cambiado en nuestra alimentación en los últimos 50 años. Un importante estudio publicado en el New England Journal of Medicine demuestra que los huevos de gallinas alimentadas a base de maíz (costumbre universal hoy día) contienen 20 veces más ácidos omega-6 que omega-3. Al mismo tiempo que se modificaba la alimentación de animales de granja, en ocasiones se les suministraba también hormonas como el estradiol o el zeranol para hacerlos engordar más rápidamente. Dichas hormonas acaban por acumularse en el tejido adiposo de los animales y, en el caso de las vacas, acaban excretándose en la leche. La hormona rBGH (Recombinant Bovine Growth Hormone), también conocida como BST (somatotropina bovina), actúa sobre las glándulas mamarias de las vacas y hace aumentar su producción de leche. Todavía no se conocen los efectos de la rBGH en el hombre, pero sí se sabe que en las vacas acelera la producción de IGF (factor que genera la inflamación y el cual no se elimina con la pasteurización), el cual además acelera el crecimiento de tumores malignos.

Equilibrio alimenticio

El paso de la alimentación a base de pastos a la basada en la combinación de maíz y soja, entraña otro efecto secundario importante. Uno de los excepcionales componentes de origen animal tiene efectos anticáncer y es conocido como CLA (ácido linoleico combinado). Se encuentra en el queso, pero sólo cuando éste procede de animales alimentados a base de pastos. Por tanto, al variar la alimentación de las vacas, cabras u ovejas, hemos eliminado el único beneficio anticáncer que podrían habernos aportado.

Gran número de enfermedades son sensibles a las hormonas que circulan por nuestro cuerpo y muchos contaminantes presentes en el medio ambiente también son “pertubardores” hormonales, ya que su estructura imita la estructura de ciertas hormonas humanas. Un caso importante es el de contaminantes que imitan a los estrógenos, se denominan xenoestrógenos”. Son transportados por ciertos herbicidas y pesticidas y acaban depositándose en la grasa del tejido animal, normalmente del ganado. No obstante, otros xenoestrógenos proceden de ciertos plásticos y de algunos derivados de procesos industriales. Lo que acaba complicando aún más las cosas son los plásticos xenoestrogénicos con los cuales se empaqueta y almacena la carne del ganado.

Las conclusiones que podemos ir extrayendo de esta lectura son que tanto la carne como los productos lácteos representan más del 90% de la exposición del hombre a sustancias contaminantes conocidas.  Otra conclusión sería que los pesticidas son una fuente constante de toxinas (la UE es el principal productor de pesticidas del mundo, cuyo 72% es para consumo interno dentro de la UE). Por ejemplo, la Atrazina es un pesticida cuyos beneficios económicos resultaron tan suculentos que durante mucho tiempo fue considerado un riesgo “aceptable” para el medio ambiente y para el hombre. Pero la Atrazina es también un xenoestrógeno tan potente que es capaz de cambiar el sexo de los peces de ríos contaminados con el. No ha sido hasta 2006 cuando se ha prohibido el uso de Atrazina en la UE. En un interesante documental titulado “Una verdad incómoda” un reconocido periodista, Upton Sinclair dice “no es fácil conseguir que alguien entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”, reflexionar sobre ello…

¿Los alimentos etiquetas como “ecológicos” (u orgánicos) nos pueden ayudar a reducir nuestra exposición a sustancias nocivas? Diversos estudios demuestran que los productos orgánicos reducen dicha exposición, ya que son cultivados con fertilizantes naturales y sin pesticidas químicos. Al final del texto les adjuntamos un cuadro resumen que puede ayudarles a conocer de qué manera pueden desintoxicar su organismo en base a la alimentación.

Para ir concluyendo nos quedaremos con una cita que nombró el jefe Seattle de las tribus indias del noroeste de américa cuando entregó su territorio y su pueblo a la soberanía de EEUU en 1854:

Enseñad a vuestros hijos lo que hemos enseñado a nuestros hijos, que la Tierra es nuestra madre. Lo que le pasa a la Tierra, le pasa a los hijos de la Tierra. Si el hombre escupe al suelo, se escupe a sí mismo. Esto sabemos, que la Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra. Todas las cosas están conectadas como la sangre que une a una familia.”

Reducir Sustituir por
Alimentos con alto índice glucémico (azúcar, harinas blancas,etc.) Fruta, harina y féculas de bajo índice glucémico
Aceites hidrogenados ( girasol,soja y maíz) Aceite de oliva o linaza
Productos lácteos convencionales Lácteos “orgánicos“ y leches vegetales
Fritos, patatas fritas, aperitivos fritos Humus, tomates cherry, aceitunas
Carne roja no “orgánica” o piel de ave Verduras, legumbres, tofu, etc.
Monda de fruta y verduras no “orgánicas” Frutas y verduras “orgánicas”
Agua corriente en zonas de explotación ganadera intensiva Agua corriente filtrada (filtro de carbono) o agua mineral embotellada ( siempre que no se dejen al sol)

 

Bibliografía empleada

  • C.H.MacLean, S.J. Newberry, W.A. Mojica et al, “Effects of omega-3 fatty acids on cáncer risk: a systematic review”, JAMA 295 (4), 2006, págs.. 403-415.
  • M.P. Rayman, “The importance of selenium to human health”, Lancet 356 (9225), 2000, págs.. 233-241.
  • M. Leitzmann, M. stampfer, D. Michaud et al, “Dietary (n-3),/ (n-6), fatty acid ratio: posible relationship to premenopausal but not postmenopausal, breast cáncer risk in U.S. women”, Journal of Nutrition 133 (5), 2003, págs.. 1409-1414.
  • “Anticáncer, prevenir  y vencerlo estimulando nuestro nuestras defensas naturales”, autor: David Servan-Schreiber, editorial Diana