Los mares de Aral
El mayor desastre ecológico producido por el hombre.
El Mar de Aral era en 1960 uno de los grandes lagos de Asia y del mundo con sus más de 68.000 kilómetros cuadrados de superficie y 1.100 kilómetros cúbicos de volumen. Esa gran cantidad de agua, principalmente abastecida por los ríos Syr Darya por el norte y Amu Darya por el sur, hacía que el duro clima desértico de la región fuera más llevadero. En aquel tiempo era un mar de vida. Se llegaban a pescar 40.000 toneladas de peces al año, y los deltas de los ríos que desembocaban en él eran riquísimos en vida.
Pero todo cambió. La Unión Soviética quiso convertirse en el primer exportador de algodón del mundo. En 1960 construyó un canal de 500 km cuya función era tomar gran parte del caudal de los ríos Amu Daria y Sir Daria (que llevaban su agua hasta el mar). Como consecuencia, en el mar de Aral sólo queda actualmente un 10% del agua que había antes de 1960, uno de los mayores desastres ecológicos causados por el hombre, según las Naciones Unidas.
El agua de los ríos Sir Daria y Amu Daria ya había sido utilizada para el cultivo y la agricultura durante décadas e incluso siglos, pero nunca de una forma tan radical y abusiva como se empezó a hacer tras la aplicación del Gran Plan. En la década de los 60, el Mar de Aral comenzó a perder cada año una media de 20 centímetros de nivel de agua. Esto se agravó en la década de los 70, con una media de 50 centímetros; y aún peor en la década de los 80, con una media de 90 centímetros al año.
A comienzos de la década de los 90, el problema del secado del Mar de Aral ya era un hecho más que tangible. Tras la caída de la unión soviética, científicos de carácter internacional pudieron acceder de nuevo al Mar de Aral para evaluar los daños del Gran Plan. En 1998, tras un exhaustivo estudio, los datos fueron esclarecedores. El Mar de Aral había perdido más de un 60% de su superficie y el 80% de su volumen.
Lo que queda del Mar de Aral está también muy contaminado, en gran medida como resultado de pruebas de armas, proyectos industriales y el vertido de residuos de fertilizantes en la época soviética. El ecosistema del Mar de Aral y de los deltas de los ríos que confluyen en él está prácticamente destruido, en gran medida por la altísima salinidad. Además, la tierra en torno al mar está muy contaminada. El Mar de Aral, además de ser una fuente de alimento y vida, actuaba como regulador del clima. Por ello, su desaparición también ha causado que los inviernos y los veranos lleguen cada vez a temperaturas más extremas.
Hoy día lo que queda es un paisaje desértico gobernado por abandonados navíos que yacen inmóviles en la superficie de un mar de sombras; barcos que echaron sus anclas al mar de la desesperación en el que han quedado presos por el resto de sus días.
Tras este cambio monumental de una de las mayores superficie de agua el futuro pinta desolador, no obstante el ser humano es capaz de proponerse revertir el proceso. En la actualidad el Mar de Aral se encuentra divido principalmente en dos lagos menores, llamados los ares de Aral, cuya superficie apenas suma los 7.000 kilómetros cuadrados. De este modo mediante una gran presa se limita el agua que llega al mar, evitando así la desaparición completa de éste, salvaguardando las pocas especies animales y vegetales supervivientes autóctonas del lugar. El secado del Mar de Aral se ha mitigado y gracias al proyecto de desarrollo colaborativo entre Kazakstán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán y Turkmenistán, se está empezando a encontrar cierta estabilidad.
A pesar de ser considerado como el mayor desastre ecológico causados por el hombre, también es un claro ejemplo de que el futuro está abierto a todas las posibilidades y de nuestra decisión depende el día de mañana.