La importancia del Control Biológico

La importancia del control biológico

Escrito por Elena Cortés Mendoza, Doctora en Biología por la Universidad de Alicante

Podríamos definir una especie invasora  como aquella capaz de alcanzar un nuevo territorio desde su área de origen, propagándose a gran velocidad a través de él, alterando la estructura y funcionamiento del ecosistema receptor y generando unos daños medioambientales y socioeconómicos. El estudio de las invasiones biológicas, es una ciencia relativamente reciente y la existencia de este fenómeno no tiene su origen con la aparición del hombre en la tierra, es un fenómeno natural.

Las especies, tanto animales como vegetales ya se movían mediante sus propios sistemas de dispersión (algunos de ellos sorprendentemente eficaces, capaces de salvar barreras geográficas aparentemente infranqueables), aprovechando fenómenos meteorológicos y/o geológicos para ello. Por ello hablamos de un fenómeno natural que no tiene su origen con la aparición del hombre, pero si es justo reconocer que es mérito nuestro haber propiciado el crecimiento exponencial  de las invasiones biológicas, colocándolas en el segundo puesto del ranking de las causas de pérdida de biodiversidad a nivel mundial, tan solo por detrás de la fragmentación del paisaje. Con la llegada de la era de la globalización les pusimos las cosas mucho más fácil a las especies, abrimos caminos y  derribamos fronteras para su mayor dispersión, con la construcción de grandes infraestructuras arquitectónicas que tienden puentes entre lugares físicamente separados, con el auge de los sistemas de transporte, etc. Hoy en día las invasiones biológicas son consideradas un vector más del conocido cambio climático, aunque su impacto social y sobre los gobiernos es aún mucho menor que otros fenómenos, como la alteración de la composición atmosférica o la pérdida de suelo.

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El proceso de invasión biológica puede dividirse en varias etapas  que a su vez nos ayudan a definir conceptos conceptos fundamentales en este campo:

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A. Transporte: El proceso comienza cuando una especie es transportada con éxito desde su área de origen hasta un territorio nuevo; en ese momento la especie será catalogada como exótica.

B. Asentamiento: Si esta especie encuentra condiciones favorables para sobrevivir y reproducirse en el nuevo ambiente, podrá formar poblaciones por sus propios medios. Entonces decimos que la especie exótica se ha naturalizado o asilvestrado.

 C. Propagación: Aunque la mayoría de especies asilvestradas permanecen en el territorio formando pequeñas poblaciones, algunas de ellas muestra una capacidad de propagación muy superior a la de las especies nativas, lo que lleva a la alteración del ecosistema invadido. Sólo entonces podemos calificar a la especie como invasora.

La lucha contra las invasiones biológicas debe hacerse desde la multidisciplinaridad, pues su abordaje es complejo. Son múltiples los factores que intervienen en el mayor o menor éxito para que una especie exótica acabe convirtiéndose en invasora, desde las características autoecológicas de la propia especie a las del ecosistema receptor según la calidad y cantidad de recursos que le proporcione al recién llegado.

Si nos centramos en las estrategias para el control de las especies invasoras, y concretamente para el manejo de la flora, línea de investigación bajo la que me desenvuelvo (o eso intento), existen distintas estrategias con sus ventajas e inconvenientes pero eso no las hace excluyentes ya que en muchos casos son compatibles y su combinación es mucho más que recomendable para controlar una invasión.

Estas estrategias son:

Control Químico: mediante el uso de herbicidas. Nos proporciona un manejo rápido pero requiere de aplicaciones continuas (lo que incrementa el coste económico) y no siempre estos productos son todo lo específicos que deberían, con los consecuentes riesgos para el medio ambiente y nuestra propia salud. Esto sumado a que las plantas con el tiempo desarrollan resistencias a determinados componentes químicos y los herbicidas dejan de ser eficaces.

Control Mecánico: se fundamenta en implementar estrategias para la eliminación física de la planta. En función del tipo de planta a la que nos enfrentemos y a su tipo de dispersión esta estrategia puede encarecerse enormemente, ser dificultosa su aplicación a nivel logístico (si requiere de una maquinaria específica) y no siempre ofrecernos los porcentajes de éxitos necesarios. Por ejemplo, con plantas que se dispersan mediante propágulos o fragmentos (de manera asexual), cualquiera de estos que pueda quedar remanente  y no ser eliminado, generará nuevos individuos rápidamente.

Control Biológico Clásico: es empleado como estrategia para la gestión de especies invasoras a medio-largo plazo. Consiste en la introducción y uso de enemigos naturales procedentes del área nativa de la especie vegetal a erradicar, en el nuevo entorno en el que ésta se ha convertido en invasora. Los enemigos naturales más empleados son insectos u otros seres vivos que se alimentaran específicamente de la planta en concreto.

Manejo Integrado: consiste en la incorporación de diversas estrategias entre las  anteriormente mencionadas. Para la comunidad científica es sin duda el tipo de manejo al que debemos tender, pues la combinación de estas estrategias no es algo excluyente, si no algo totalmente compatible, recomendable e increíblemente eficaz. Además todo aquello que nos permita minimizar el uso de químicos, será algo en lo que tanto la naturaleza como nosotros saldremos ganando.

Enfocando nuestra atención en el control biológico de flora invasora (mi principal línea de investigación) y una vez definida esta estrategia, es importante destacar algunos aspectos que son fundamentales en el desarrollo de un plan de control biológico:

1. Especificidad de los agentes de control: los bioagentes deben ser altamente específicos (o monófagos) ya que van a ser un nuevo componente en el ecosistema receptor y nunca deben llegar a ser  un problema añadido. Para ello se dedican muchísimos recursos a todos los niveles y se llevan a cabo estudios durante varios años, denominados estudios de especificidad planta-huésped. El objetivo es demostrar que el agente no va a atacar a plantas morfológica y/o  filogenéticamente próximas a la que está siendo objetivo de control (nuestra planta invasora, recordemos) ni a plantas con un interés económico para el ser humano.

2. Conocer la biología del agente: saber cuántas generaciones al año tiene nuestro insecto (en el caso en que lo sea) tanto en condiciones naturales como en condiciones de laboratorio, es esencial para poder optimizar los futuros protocolos de cría masiva del agente previos a las sueltas del mismo en las áreas de invasión donde evitará la expansión de la planta de interés.

3. Conocer el nivel de impacto: el daño que el agente sea capaz de proporcionar a la especie vegetal es fundamental. Tenemos que poner toda nuestra atención en un agente que dañe suficientemente (y de manera estadísticamente significativa, como diríamos los científicos) las estructuras dispersivas de la planta.

Un ejemplo de un plan de control biológico de grandes dimensiones (bajo el que se contextualizó mi tesis doctoral), que involucra a diversas instituciones a nivel internacional y donde se ha trabajado siguiendo todas las pautas mencionadas antes, es el iniciado por el USDA (Departamento de Agricultura de los EEUU) para el control de Arundo donax  en ecosistemas ribereños del suroeste de Texas y Norte de México. Concretamente, a lo largo de la cuenca de Río Grande, río que ejerce de frontera entre el Sur de EEUU y Norte de México.

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Arundo donax (carrizo gigante) es una gramínea perenne rizomatosa de gran tamaño, originaría del sureste asiático desde donde se extendió por todos los países europeos mediterráneos naturalizándose en este rango de distribución hace miles de años. Se cree que con los primeros colonizadores españoles esta planta llegó el Nuevo Mundo donde adquirió un fuerte carácter invasor. Actualmente en las áreas de invasión de este continente ejerce unos importantes impactos medioambientales (erosión de los cauces ribereños que invade, desplazamiento de la flora nativa y de su fauna asociada, fuerte consumo hídrico…) que justifican sobradamente la atención sobre esta problemática. Esta planta se reproduce mediante sus rizomas, un simple fragmento de los mismos puede originar fácilmente un nuevo individuo. Este hecho junto a su plasticidad para soportar una gran variabilidad de condicionantes ambientales, hace de Arundo donax  una especie competidora y muy exitosa colonizando diversos ambientes de carácter tropical, subtropical y templado.

Desde el USDA en colaboración con instituciones como el European Biological Control Laboratory o el Instituto de la Biodiversidad CIBIO en la Universidad de Alicante (Aquí está la multidisciplinaridad y el trabajo en equipo) se buscaron potenciales agentes de control en las áreas nativas de dispersión de la caña. Entre el complejo de insectos seleccionados destaca uno, un hemíptero, perteneciente a la familia Diaspididae. Estos curiosos bichos, son móviles en su fase larvaria, pero cuando son adultos fijan su aparato bucal en el vegetal y desde ese momento no volverán a moverse, dedicándose a alimentarse de la savia y produciendo el escudo protector que caracteriza a este grupo de insectos.

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Cuenca de Río Grande invadida por Arundo donax

Con su acción logran secar el vegetal y frenar su capacidad dispersiva de manera significativa, pues los individuos se disponen formando agrupaciones en la base de los brotes laterales que aparecen desde el eje principal de la caña así como en los rizomas de la misma, por lo que con este agente se obtiene un doble impacto, en la parte aérea del vegetal y en la subterránea (ésta última es de vital importancia que se vea dañada pues constituye el principal sistema de dispersión para esta gramínea).

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Fase larvaria y móvil (izquierda) Escudos protectores que envuelven a los individuos adultos de R. donacis (derecha)

Los resultados que este insecto junto con el resto de agentes seleccionados está dando resultan esperanzadores. Tras la optimización de los protocolos de cría masiva y  la obtención de los permisos para llevar a cabo las sueltas de los bioagentes en las áreas de invasión, actualmente, éstos se han adaptado bien al medio donde han sido introducidos, controlando eficazmente la dispersión de la planta y sin que otra especie vegetal no objetivo de control haya sido afectada, según los datos ofrecidos desde el USDA, de los primeros estudios que valoran el impacto.

Por el bien de la biodiversidad y su protección, esperemos que poco a poco estrategias seguras medioambientalmente, como el control biológico se den más a conocer y podamos darnos cuenta que muchas veces  la solución a problemas medioambientales, está en la misma naturaleza…